¿Visita Granada? No se pierda el Monasterio de la Cartuja. Esta joya del barroco andaluz ofrece un sorprendente contraste entre su austera fachada y sus deslumbrantes interiores. Quedamos fascinados por la riqueza decorativa de este monumento excepcional, que revela tesoros de arte sacro a cada paso.
En este artículo encontrará algunos consejos útiles que le ayudarán a preparar su visita y ¡a pasarlo de maravilla!

Se trata de una opinión totalmente independiente basada en nuestras experiencias. Tomamos nuestras propias decisiones, visitamos la región de forma anónima y pagamos íntegramente nuestras facturas.
¿Por qué visitar el Monasterio de la Cartuja (Granada)?
¿Merece la pena el Monasterio de La Cartuja? Nuestra opinión:
Sí, el Monasterio de la Cartuja merece sin duda una visita. Este antiguo monasterio cartujo es uno de los mejores ejemplos del arte barroco andaluz. Nos impresionó especialmente la riqueza de la decoración interior, que contrasta con el sobrio exterior típico de la orden cartujana.
Esta es una de las mejores actividades de Granada.

¿Por qué es famoso el Monasterio de la Cartuja?
El monasterio es famoso por su increíble decoración barroca, que lo convierte en una joya artística excepcional. También desempeña un papel importante en la historia religiosa de Granada, ya que albergó a la comunidad cartuja durante tres siglos. 
El edificio es testigo de la evolución de los estilos arquitectónicos desde el siglo XVI hasta el XVIII y constituye un ejemplo destacado del arte sacro andaluz.

Nuestros favoritos
Nos cautivó el fresco situado sobre el tabernáculo. Las paredes ricamente decoradas enmarcan pinturas de Antonio Palomino que representan temas del Antiguo Testamento. La figura de San Bruno aparece como un Hércules que sostiene la custodia sobre el mundo, acompañado de la Trinidad con María y Juan el Bautista, rodeado de un coro de ángeles y santos en una composición de impresionante belleza.

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La historia en breve
El Monasterio de La Cartuja tiene una rica historia:
- 1084: Fundación de la orden de los cartujos, defensores de la sencillez y la pobreza.
 - 1514: Llegada de los primeros monjes cartujos a Granada, procedentes de Cartuja del Paular (Castilla).
 - 1516: Comienza la construcción del monasterio bajo la dirección de Fray Alonso de Ledesma. La obra duró tres siglos.
 - 1545: El monasterio pasa a formar parte oficialmente de la Orden Cartuja.
 - 1603: El pintor Juan Sánchez Cotán ingresa en el monasterio; dejará una importante obra con sus bodegones y ciclos de pinturas religiosas.
 - 1662: Finalización de la iglesia, una de las grandes maravillas barrocas del monasterio.
 - 1835: El monasterio es abandonado como consecuencia de la desamortización; muchos conventos y monasterios cierran en esta época.
 - 1842: Destrucción: el claustro y las celdas de los monjes desaparecieron, al igual que la casa prioral.
 - 1931: El monasterio de La Cartuja es declarado Monumento Histórico y Bien de Interés Cultural.
 
Una maqueta le ayudará a comprender las diferentes épocas del monasterio.

Acceso: Monasterio de la Cartuja, Granada
¿Dónde está el Monasterio de la Cartuja?
El Monasterio de la Cartuja se encuentra en P.º de Cartuja, s/n, en el barrio de Beiro, al norte de Granada.

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¿Cómo llegar?
Aunque el monasterio se encuentra a 30 minutos a pie del centro de la ciudad, le recomendamos llegar en coche o en autobús (línea 8, parada «Henríquez de Jorquera 18»). Para planificar su viaje en transporte público, visite la página web oficial de la red de transportes aquí.

Aparcamiento
El monasterio no dispone de aparcamiento privado in situ. Sin embargo, hay varias plazas de aparcamiento cerca del edificio. Como la zona está menos concurrida que el centro histórico, en general es fácil aparcar en los alrededores.
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Consejos útiles: duración, horarios, alimentación…
La mejor época para visitarlo
Como el Monasterio de La Cartuja está bastante alejado de las principales rutas turísticas, no encontrará especiales dificultades debido a las aglomeraciones. Esta ubicación privilegiada le permitirá disfrutar de una visita tranquila a cualquier hora del día.

Duración de la visita y principales dificultades
Dedique al menos una hora a su visita para apreciar plenamente la profusión de detalles artísticos. El lugar no presenta grandes dificultades, pero hay algunos escalones hasta el monumento, lo que dificulta el acceso para las sillas de ruedas. Hay aseos y una tienda en el lugar que vende recuerdos y aperitivos.
Consejos para la visita
Le recomendamos que siga la ruta señalizada por el servicio de mediación y escuche la audioguía. Esto le permitirá apreciar la riqueza artística e histórica del lugar de forma gradual y estructurada.
No se pierda los dos oratorios, el de la Madeleine y el de l’Immaculée, ¡ambos de una rara elegancia!

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Visitas con niños
Aunque no hay ninguna visita o actividad específica para niños, ¡seguro que los visitantes más jóvenes quedarán impresionados por la riqueza de la decoración barroca!

Horarios y precios
El monasterio está abierto de domingo a viernes de 10:00 a 18:30 y los sábados de 10:00 a 12:15 y de 15:00 a 17:30. Consulte la página web oficial para cualquier actualización aquí.
Aranceles:
- Precio completo: 6
 - Gratuito para menores de 12 años
 
Visitas guiadas
En recepción podrá descargarse gratuitamente una audioguía.
Varias señales indican las etapas del sendero sonoro a seguir.
También apreciamos las numerosas etiquetas explicativas (en español e inglés) que explican las obras maestras notables.

Restauración
No hay restaurantes en las inmediaciones del monasterio. Para sus comidas, le invitamos a consultar nuestro artículo sobre los mejores restaurantes de Granada, disponible aquí.
Tras el sobrio exterior, un monasterio intrigante
La austera fachada del Monasterio de la Cartuja de Granada
Desde su llegada, la entrada a la Chartreuse de Grenade sorprende por su majestuosa sencillez. Delante de usted, un amplio patio empedrado conduce a una escalera doble de mármol gris de Sierra Elvira, obra del siglo XVII de Cristóbal de Vílchez. El piso de abajo presenta uno de los mejores ejemplos de pavimentación granadina de este periodo.
Nos llamó la atención la austera y maciza fachada de piedra desnuda, que parece cerrar el edificio sobre sí mismo. En el centro, un portal del siglo XVI diseñado por Juan García de Prada marca la frontera simbólica entre el mundo secular y el universo monástico. 
Por último, la fachada neoclásica de la iglesia, terminada a finales del siglo XVIII por el arquitecto Joaquín Hermoso, se alza sobria y rectilínea.

Tómese un momento para mirar el frontón: una pequeña escultura de mármol representa a San Bruno, fundador de la orden de los cartujos. Envuelto en una túnica blanca, símbolo de pureza, encarna por sí solo el espíritu de la Cartuja. La estatua, deliberadamente sobria, rezuma contemplación. Sus elegantes pliegues, la delicadeza de sus manos y la expresión casi extática de su rostro reflejan la vocación cartujana: una vida de silencio, soledad y oración.

El compás y el claustro: el corazón de la vida monástica
El pequeño claustro, obra maestra del siglo XVII, es el verdadero centro de la Chartreuse. 
Con sus armoniosas arcadas, estructura la vida comunitaria uniendo las distintas dependencias del monasterio. Lugar de meditación y de circulación diaria, albergó en su día una rica serie de pinturas, hoy repartidas por otras salas. 
Disfrutamos mucho de la serenidad de la zona y de la belleza de su variada vegetación, ¡desde rosales hasta naranjos!

Alrededor del claustro se encuentran las principales salas comunes: el refectorio, la sala profundis, la sala capitular de los laicos y la sala capitular de los monjes. Todas llaman la atención por su deliberada sobriedad, reflejo del ideal cartujo de sencillez. Estas salas poco ostentosas fueron diseñadas para fomentar el silencio, la humildad y la meditación, en total contraste con la pompa barroca de los espacios litúrgicos.

Sumérjase en un deslumbrante universo barroco
La iglesia de la Cartuja: un choque visual
La iglesia de Chartreuse es sin duda uno de los mayores tesoros del monasterio. Su construcción, iniciada por Cristóbal de Vílchez a mediados del siglo XVIᵉ, no finalizó hasta 1662, lo que refleja un proyecto largo y ambicioso. Nada más entrar, la nave única impresiona por su bóveda de crucería finamente decorada y su elegante composición. 
El espacio está organizado en tres partes diferenciadas: la zona de los fieles, separada por una reja baja, la zona de los laicos y el coro de los monjes. Esta última, reservada a la comunidad religiosa, cuenta con un suntuoso tabique dorado, adornado con puertas de cristal veneciano y marquetería: ¡un auténtico manifiesto del esplendor barroco!

Nos encantó el llamativo contraste entre las paredes blancas estucadas y los brillantes dorados y pinturas que les dan vida. Entre estas obras, llaman especialmente la atención dos cuadros de Juan Sánchez Cotán: El descanso durante la huida a Egipto, a la izquierda, y El bautismo de Cristo, a la derecha, ambos realizados en el siglo XVIIᵉ. 
Observe también el suelo a cuadros blancos y negros para mayor contraste.

La sacristía y el sagrario: las joyas barrocas del Monasterio de La Cartuja
Detrás del altar mayor se encuentra la asombrosa capilla del Sagrario. En su centro hay un camarín, una pequeña capilla relicario elevada diseñada para albergar el sagrario y magnificar la presencia del Santísimo Sacramento. Construido a principios del siglo XVIII por Francisco Hurtado Izquierdo, maestro del barroco andaluz, el espacio fue diseñado con la ayuda de los mejores artesanos de su época.
Nada más entrar, llama la atención la profusión de materiales: mármol policromado, dorados resplandecientes, esculturas, pinturas, marquesinas y cortinas se combinan para crear una teatralidad impactante. En el centro, el tabernáculo de mármol se eleva como una gigantesca custodia de piedra, invitando a los visitantes a elevar la mirada al cielo. Todo aquí sugiere movimiento, elevación y trascendencia.

La visita concluye con la sacristía, iniciada en 1732, probablemente según un diseño de Francisco Hurtado Izquierdo y continuada por José de Bada. Concebido como un auténtico templo barroco y no como un simple lavadero, su audacia arquitectónica es asombrosa. Las paredes están cubiertas de formas abstractas y geométricas esculpidas en estuco, que se despliegan en un movimiento continuo y armonioso. El vacío central, la blancura inmaculada de las superficies, el diseño rómbico del suelo y el sutil juego de volúmenes crean una impresión de profundidad y ligereza.
La blancura de las molduras de yeso se funde con el revestimiento de mármol veteado y el retablo, ganando en intensidad a medida que se eleva hacia la bóveda de filigrana, como la quilla de un barco. La luz, filtrándose por detrás de la cornisa, cae suavemente sobre las volutas que adornan las paredes, reforzando la sensación de elevación espiritual. A diferencia de las decoraciones iconográficas de la iglesia o del Sagrario, la sacristía adopta un lenguaje abstracto que pretende ser una forma de homenaje a Dios a través de la belleza pura de sus formas.

Un monasterio dedicado al arte
En la iglesia: más allá de la decoración barroca, notables frescos y pinturas
Si bien el brillo del estuco, el mármol y el dorado llaman inmediatamente la atención, no hay que perderse las pinturas que anidan entre los abundantes adornos. Algunos pueden pasar desapercibidos, pero bien merecen una mirada más atenta. Nos gustó especialmente el fresco de Palomino sobre el tabernáculo (nuestro favorito) y también vimos la serie de vírgenes de Bocanegra. Es la segunda serie más importante después de la que pintó su maestro, Alonso Cano, para la catedral de Granada. 
¡Nos encantaron las escenas naturalistas y los colores brillantes!

Tesoros esparcidos por las salas comunes
También le invitamos a que se tome su tiempo para observar las otras pepitas escondidas en las zonas comunes. En el refectorio, eche un vistazo a La Última Cena (1615) de Juan Sánchez Cotán, monje cartujo y maestro del realismo. El artista juega con la perspectiva y la arquitectura de la sala: las ventanas, el suelo y las paredes del cuadro prolongan las del refectorio, difuminando la frontera entre la pintura y la realidad. Los apóstoles, sumidos en su confusión tras el anuncio de la traición, contrastan con la escena en primer plano en la que un gato y un perro se pelean por un pez. Por último, mire hacia arriba: justo encima, una cruz en trampantojo del mismo artista completa la deslumbrante ilusión.

Las capillas del claustro: verdaderas vitrinas artísticas
Lo sorprendente de La Cartuja es que el arte está por todas partes, incluso en los pasillos, como una invitación a la contemplación. Por ejemplo, las capillas del claustro: la primera alberga una delicada Virgen del Rosario de José Risueño, uno de los grandes maestros del barroco granadino. La serenidad de María, envuelta en una toga, contrasta con la energía del Niño Jesús, cuya mirada atrae al visitante hacia la escena. El cuidado puesto en las telas y los colores atestigua el refinamiento del artista.
La segunda capilla destaca por su mobiliario de marquetería y un pequeño pabellón para exponer el Santísimo Sacramento. La tercera, de los hermanos García, es un ejemplo impresionante de la fuerza expresiva de los artistas locales.

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Preguntas frecuentes
¿Cuál es la diferencia entre La Cartuja y el Monasterio de San Jerónimo de Granada?
Estos dos monasterios de Granada son muy diferentes en cuanto a su historia y estilo. La Cartuja fue fundada en el siglo XVI por monjes cartujos. El Monasterio de San Jerónimo fue construido en la misma época por la orden jerónima. Es un hito del Renacimiento español, famoso por su iglesia ricamente decorada y la tumba del Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba).

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